viernes, 28 de septiembre de 2012

Eugenia Tobal: "Hoy sólo me importa ser feliz" (nota revista Gente)



"ESTOY EN PAZ: SOY MUCHO MÁS FUERTE DE LO QUE CREÍA"

Con la felicidad como única prioridad, su trabajo como motor y la contención de su familia y sus amigos como principal sostén, dejó atrás el capítulo más duro de su vida: la pérdida de su embarazo y su separación. Aunque dice que "las grandes desilusiones quedan marcadas", la actriz de Sos mi hombre y panelista de Pura Química está decidida a disfrutar del presente y asegura que todavía cree en el amor y que tiene ganas de volver a enamorarse.


Dice que vive “un presente hermoso”, que está tranquila y que esa tranquilidad es impagable. Dice que aprendió, que el dolor enseña y que el arrepentimiento no vale. Que su duelo fue un proceso sano, que de otro modo la paz de hoy no sería genuina. Que el cuerpo es un reflejo del alma, y que quizá sea por eso que, aunque aún no recuperó los seis kilos que le cobró la tristeza (está pesando 53, había llegado a 49), se la ve más luminosa, más saludable. Habla pausado, como si cada frase, sentida, fuera producto de incontables horas de reflexión. Habla por primera vez en un medio gráfico y dice que ya no volverá a hacerlo. Después de un año en el que se volcó al trabajo para superar un 2011 muy duro –“sí, el más duro”–, de un dolor enorme –“el más grande que sentí en mi vida”–, Eugenia Tobal (36) sonríe con la fuerza de los que, porque realmente han sufrido, saben que pueden sobrevivir.

2011 fue el año en el que Eugenia se enamoró como nunca antes, se casó –en mayo–, tras apenas cuatro meses de noviazgo, con Nicolás Cabré (32). Soñó con tener un hijo con él, un hijo buscado que Eugenia perdió en octubre, para separarse de su marido en enero, a sólo siete meses de la boda, y en medio de rumores de infidelidad de él con una de las compañeras de elenco de ambos en la tira Los únicos, María Eugenia “China” Suárez (20), con quien el actor terminó blanqueando una relación a fines de marzo pasado.

Dice que 2012 fue un año de reconstrucción, de volver a su eje apoyada en el trabajo –mucho: en ficción, como contrafigura de Celeste Cid en Sos mi hombre (Polka) y en conducción, como panelista de Pura química (ESPN)–, en esos amigos que estuvieron siempre, en la incondicionalidad de su familia –“normal”: Pedro y Ofelia, sus padres, “juntos desde los 18, a los 67”, y sus dos hermanos, Rubén (40) y Guillermo (37), “lo más importante que tengo”–. También en el repaldo de tantos colegas –“que me saludaban con un abrazo más fuerte, me daban una palmadita, me decían algo al oído”– y en el cariño que recibió de la gente –“que me demostró que quiere verme bien”–, y muy especialmente en las largas sesiones de terapia, las clases de cross-fit –una gimnasia que se practica en grupo, poniendo el énfasis en la propia energía, sin pesas ni aparatos– y los mimos de su nuevo Romeo –el perrito maltés que le regaló Jimena Barón–.

Linda, reflexiva y serena, hoy asegura que la página más dura de su historia “está dada vuelta” y que, aunque “las grandes desilusiones quedan marcadas”, está decidida a disfrutar de ese presente hermoso que se abre ante ella lleno de posibilidades, incluso la de volver a enamorarse y formar una familia.

-¿En qué etapa dirías que estás hoy?
-Es un buen momento; me siento bien de verdad. En el balance que saco están mis prioridades. Hoy sé que lo único importante es ser feliz y también que la felicidad está en esos momentos inesperados, los que no figuraban en los planes. Hay que correrse del dolor: a las malas experiencias hay que capitalizarlas. Lo que me pasó fue un gran aprendizaje.

-¿Qué aprendiste?
-A mantenerme en mi eje y a no volver a dejar de ser yo misma. Me di cuenta de que soy mucho más fuerte de lo que creía. Bah, me encontré con una fortaleza que siempre supe que tenía pero que no había necesitado poner en práctica. El pasado es parte de la vida, pero estoy cansada de darle vueltas: mi vida no es eso. Me siento mental y emocionalmente sana; vivo un presente hermoso.

-¿Cuándo sentiste que habías dejado de ser vos misma?
-Las pérdidas te desestabilizan. En el amor, cuando uno cree que se complementa con el otro, en el afán de que se cumplan los sueños y proyectos que tenía, pasa por situaciones extremas: en la desesperación de que las cosas se encaminen, a veces todo se te va de las manos y te desencontrás.

-¿Y cómo hiciste para volver a tu eje?
-Fue doloroso; trabajé mucho todos estos meses. La tristeza hace estragos. Cuando lo noté, sentí que tenía que cuidar mi cabeza: hago terapia, voy al psiquiatra. La medicación ayudó, es un colchoncito que acomoda la cabeza para que uno pueda pensar mejor. Traté de ir equilibrando cuerpo y alma. Lo demás es cuestión de tiempo. Es una frase hecha, pero es verdad que hace falta tiempo para que las cosas pasen, y cuando pasan, ya está... pasaron. Todo es día a día. Al principio estás tirada; después un poco menos, y un día te levantás. Así, hasta que te das cuenta de que tal vez se hizo de noche y no lloraste en todo el día. Y empezás a enfocarte en lo nuevo, a dejar de mirar atrás. Hoy me siento plena, tranquila, duermo bien... Sé que esta paz es el resultado de un proceso que me costó mucho.

-¿Cuándo fue la última vez que lloraste?
-Hace poco...¡pero de cansada! Llegué a casa y estaba tan agotada que me tiré en la alfombra y se me caían las lágrimas. Y mi perro, Romeo, tuvo el gesto de amor más hermoso: me empezó a lamer los ojos desesperadamente. Era como si me dijera: "no llores, no llores". Los animales tienen un amor tan puro, tan incondicional... Romeo tiene tres meses, y aunque soy fanática de la limpieza y el orden, tengo todos sus chiches tirados por el piso. Con él canalizo mi parte maternal.

-Te quedaste viviendo en el departamento que habías imaginado para vivir con tu pareja. ¿Eso no te pesó?
-No, porque fue muy poco el tiempo que habíamos pasado ahí. Ni siquiera tenía muebles, así que lo armé a mi gusto, sola. Disfruto mucho de estar en mi casa. Me llevo bien conmigo, y compartir con el perrito descomprime. Me gusta leer un buen libro, disfrutar de una película. Un espacio físico no te condiciona si estás bien, y yo estoy bien, muy a gusto.

-¿Qué lugar ocupó tu trabajo en el proceso de sentirte mejor?
-Me dio todo. Pura Química me conectó otra vez con la alegría y me brindó mucha contención. Mex (Urtizberea), Germán (Paoloski), Mariano (Zavaleta) y José (Chatruc) son como cuatro hermanos varones que me cuidan. Para mi fue un golazo, me salvó. Hacía mucho que quería hacer algo así, y lo busqué. Cuando me enteré de que Laura (Azcurra) no iba a seguir en el programa, le pedí que me pusiera en contacto con la producción. Tenía propuestas similares para aire, pero sentí que lo más inteligente era elegir un espacio donde me sintiera mimada y a gusto. La experiencia del vivo es muy linda. Es un programa en el que soy yo y está buenísimo; lo disfruto sin pudores.

-¿Cómo fue volver a la exigencia de una tira diaria en Pol-ka después de ese regreso relajado?
-Lo primpero que le dije a Adrían (Suar) cuando me llamó fue que quería seguir con lo que estaba haciendo en Pura Química. lo planteé con seguridad, quizás de una manera a la que no me hubiera animado antes, y él no puso ninguna objeción. El papel de Gloria es distinto y maravilloso. Se equivocó una vez y mucho: cometió el error de irse sin su hijo. Quizá ése sea el único punto que tenemos en común: el infinito amor que yo creo que podría tener en un vínculo así. Lo genial es que la gente ahora me conoce más allá de la actriz y se sorprende cuando ve que la diferencia con mi personaje es tan grande.

-Es casi paradójico. En un año en el que te cuidaste mucho de la exposición y no diste notas, te conectaste con el público sin el amparo de un personaje de ficción, en un programa donde aparece la verdadera Eugenia, algo que también hacés desde tu cuenta de Twitter.
-Es cierto. Traté de guardarme. No salí a hablar. Twitter me parece un medio muy interesante para trabajar. Yo tenía una cuenta que dejé de usar cuando empecé con Los únicos, y este año la retomé, porque me parece una herramienta buenísima. Mis seguidores son un amor. Me conmueve la solidaridad y el cariño de la gente que de verdad me quiere ver bien. También en la calle me pasa que me encaran hombres, mujeres y chicos para decirme que se alegran de que esté mejor o que se identifican con lo que me pasó. Nunca me puse en el lugar de víctima. Son cosas que le pasan a cualquiera, con la diferencia de que por tener un perfil más público mi historia se expuso mediáticamente.

-Te tocó vivir un doble duelo a la vista del ojo público.
-Sí, fueron dos pérdidas: la del bebé y la separación. Y aunque se haya mediatizado, lo que me pasó fue en serio. Entendí que era parte del negocio, pero por momentos sentí que se pasaban de la raya. Me siguieron hasta la puerta de la casa de mi hermano, en Castelar. Si hubiese sido más piola me tapaba las ojeras, pero en ese momento ni me importaba. Yo siempre tuve un perfil muy bajo. Soy ésta, la que se viene rompiendo laburando, la que nunca generó quilombos. No soy escandalosa ni mediática, no me ves en todos los eventos. Termino de grabar y me voy a casa a vivir mi vida lo mejor que puedo. No le debo lo que soy a mi desgracia. Soy mucho más que el año que pasé.

-¿Te arrepentís de haber apostado a una relación que terminó haciéndote sufrir tanto?
-nunca me arrepentí, de nada. Todas las decisiones las tomé convencida y con amor. Hubiera preferido que me fuera mejor, pero ¿y si salía bien? El arrepentimiento no vale. Si me preguntás si me gustó sufrir tanto... y no, la verdad que no. ¿Si fue el dolor más grande que sentí? Sí, lo fue.

-¿Cómo fue el acuerdo de separación de bienes?¿Nadie te aconsejó ser menos flexible en el plano judicial?
-Viví 35 años sin sacarle nada a nadie. Nunca estuvo en mí la intención de llegar a juicio. Yo soy leal, juré lealtad y cumplí hasta el último momento. Las grandes desilusiones dejan marcas, pero hoy esa página está dada vuelta.

-¿Qué buscarías hoy en una pareja?
-Lo mismo: compañerismo, sentido del humor, lealtad. Ni siquiera de la fidelidad me agarro: lo más doloroso es que la persona que amás sea desleal. Eso va más allá de cualquier otra cosa. Creo que me fijaría en alguien con la sabiduría y la inteligencia de vivir con alegría, pero sobre todo necesitaría que sea cuidadoso y leal conmigo, porque yo lo soy.

-¿Y en este tiempo no apareció nadie que quisiera cuidarte?
-No. Para nada. Estoy sola, estuve sola, trabajando para estar mejor. Si aparecieron, no los vi... ¡que vuelva ahora y me digan quiénes son!

-Bueno, quizá los intimide ver que seguís usando la alianza de compromiso.
-¿Este anillo? Sí, es una alianza, pero de mi abuela Beatriz, la mamá de mi mamá. La tengo puesta desde hace 20 años. Mamá me la dio antes de un examen o un casting. Me dijo: "tomá, la abuela te va a proteger", y no me la saqué más. ¡La otra sí!

-En el lugar de la alianza te tatuaste un corazón. Tenés marcas nuevas, nuevos tatuajes...
-Sí, en el transcurso de dos meses me hice dos en el pie, uno que representa la alquimia y otro en el tobillo, con el símbolo del yin yang. También me tatué el infinito en una estrella, al final de la espalda. Lo del corazón en el dedo anular no tiene que ver con la alianza ni con lo que me pasó, sino con que de ahí sale la vena que va al corazón... es como una llave.

-¿Todavía creés en el amor?
-Tengo los mismos deseos de enamorarme y formar una familia y sé que tengo la capacidad para amar. Claro que todavía creo en el amor.











4 comentarios:

  1. Amiga, me encanta el blog, sabes que estoy siempre, y sobretodo para defender a Euge, te quiero de verdad, beso grande :)

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  2. Hola. Me encanta el blog. Ojalá puedas scannear el resto de la nota. Besos :)

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  3. jajaj las fotos, quiero decir. bss.

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